Uno de mis espacios preferidos para leer.

«Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba (…)».

Julio Cortázar

     La frase más arriba es un fragmento de uno de mis cuentos preferidos: «Continuidad de los parques», de Julio Cortázar. Lo elegí para encabezar esta sección porque creo que describe de forma maravillosa lo que experimenta una persona durante la lectura. También lo elegí porque este escritor es uno de los culpables de mi adicción a los libros. Digo «es» porque Julio Cortázar, como todos los grandes escritores, sigue vivo en sus líneas, en sus historias, en sus libros… Su talento lo hizo inmortal. Gracias a él y tantos otros, que me sería casi imposible nombrar aquí, me sumergí en el mundo de las letras para ya no salir.

     Desde pequeña estuve rodeada de libros y pronto me transformé en una lectora incansable. Siempre tengo más de un libro empezado y no hay un día que no lea, por lo menos, unas cuantas líneas. También desde pequeña comencé a recrear historias (muchas de ellas las plasmé en hojas ya olvidadas). Luego la vida, cual remolino, giró y giró, por lo que me desorienté y tomé otros caminos. Aunque siempre acompañada por un libro, no fue hasta unos años después que di el salto. Ahora borroneo historias aquí o allá bajo el seudónimo de L. R. Maristella, porque, igual que la literatura, significa algo especial: brotó de un juego entre mi nombre y el de personas muy queridas para mí.

    Hoy las letras y los libros son la base de mi vida. Encontré mi vocación en ellos y en la enseñanza. Aunque el viento sople en contra, seguiré firme en mi camino.

Algunos textos y títulos

     Náufragos urbanos  es el primer libro de cuentos que publiqué en formato papel, a través de Tahiel Ediciones. Próximamente estará en librerías de la Ciudad y Provincia de Buenos Aires. Actualmente. se puede adquirir en formato digital.

    ¿Qué pasaría si el subterráneo no se detuviera en las estaciones? ¿Qué harías si tenebrosos gruñidos emanaran de las paredes de tu escuela? ¿Y si un día descubres que la tecnología ha colapsado en todo el mundo? Esta apasionante recopilación de cuentos narra estos y otros acontecimientos impregnados de codicia, decepciones y fracasos, pero también de amor, ilusiones y deseo de libertad. ¿Lograrán los personajes mantenerse a flote en este embravecido océano que es la urbana sociedad contemporánea?
Descubrí las historias que, agazapadas, descansan entre sus líneas.

«La infinita calidez humana de este libro sobrepasa toda resistencia y los sobrecoge en una narrativa adorable, encantadora y apasionante. Quien atesore esta obra en su biblioteca tendrá en sus manos una hermosa serie de historias maravillosas que merecen nuestra atención entera y un espacio luminoso en nuestro corazón. La escritura de esta pieza es consecuencia de una sensibilidad que demuestra en sus páginas que la literatura no es una inercia de palabras combinadas. Quienes nos aventuramos en las trincheras de la lectura para resistir las tinieblas que laceran la condición humana hallaremos en este libro mucho más que un entretenimiento o un consuelo; hallaremos, en el vértice de una voz inconfundible, la magia resplandeciente de sus relatos».
Julián Contreras
Asesor ejecutivo y revisor literario
Este microrrelato fue ganador en el Certamen de Microcuentos de la Editorial Dunken, y fue publicado en la antología Relatos Ínfimos.

Déjà vu

Abrió los ojos. Solo podía ver un techo muy bajo de losa y cuatro paredes deprimentes que lo acosaban de cerca, quitándole la respiración.

Intentó entender qué estaba sucediendo, pero solo tenía una certeza: ya había vivido ese momento. Quizá solo fuera un sueño recurrente, como esos que aparecen cada tanto para ser luego desterrados de la conciencia.

De pronto, un rasguño en la madera, como si algo estuviera royendo una superficie, le hizo saber, una vez más, por qué reprimía esa realidad y volvía al mundo onírico cada vez, como un pertinaz déjà vu.

Angustia agazapada

Miró de reojo;
no me atrevo a hacerlo de frente.
Sé que está ahí, a la espera…

La angustia agazapada,
que espía…
que acecha…
Trata de disimularse en mi sombra
pero yo sé…

Esa nube negra aguarda
el momento adecuado
para saltar encima de mi cuerpo
y sofocarme con sus garras impiadosas

Quizá si me sacudo lo suficiente,
se disipe…
Aún no lo logré…