En los últimos años, con la llegada de internet y las nuevas tecnologías las prácticas de lectura cambiaron sobremanera, desde los formatos hasta los tiempos dedicados a ella. Alertan que todo esto afectaría la comprensión de textos.
Hoy las posibilidades de lectura se multiplicaron: podemos leer a través de la computadora, la tablet, el celular o un e-book, además del tradicional y bello libro en papel, claro. Esto y el ritmo de vida más acelerado de la sociedad actual, relegaron en cierta medida el lugar de la lectura en las personas.
Pero ante todos estos cambios, muchos estudiosos alegan que los nuevos dispositivos están provocando la disminución del tiempo de atención, lo que afecta profundamente la lectura, una de las formas más efectivas en la historia para obtener y generar conocimiento. De esta manera, investigadores y científicos advierten que estaríamos frente a una nueva forma de analfabetismo funcional: la gente sabe leer pero es incapaz de mantener su atención en la lectura lo suficientemente como para comprender las ideas que propone un texto o la abstracción inherente a toda escritura, y menos para recrear los efectos emocionales y estéticos propios de ciertas obras.
La “era de la ansiedad” ha arrasado, entre muchos otros bienes, con la posibilidad de sentarse tranquilamente a pasar las páginas de un libro, sumergirse en su lectura y por un instante suspender la corriente incesante del tiempo para situar en su lugar los acontecimientos que la escritura es capaz de implantar en nuestra percepción. Hoy en día, siempre hay un mensaje en el celular para responder o una nueva notificación que suena en alguno de los tantos dispositivos que nos rodean, lo que nos distrae de lo que estamos leyendo.
Las consecuencias de esto sería la dificultad para entender de manera amplia el sentido de aquello que se lee: su sentido literal y su sentido figurado, el uso que se le da al lenguaje, el mensaje que se busca transmitir, la posición ideológica desde la cual se habla y otras sutilezas presentes en un texto. Por eso se dice que los analfabetos funcionales de nuestra época tienen las habilidades necesarias para descifrar las palabras, pero han perdido su comprensión lectora.
El periódico británico The Guardian recoge como ejemplo la experiencia de Mark Edmundson, profesor de literatura inglesa, quien ha constatado que existe una amplia reticencia de los estudiantes hacia las obras más emblemáticas de los siglos XIX y XX, debido a que no tienen la paciencia para leer profundamente. Edmundson habla incluso de una suerte de “impaciencia cognitiva” que se interpone entre la mente del estudiante y la recepción de la obra literaria.
Por su parte, Ziming Liu, de la Universidad Estatal de San José (California), ha realizado estudios en torno a una práctica conocida en el mundo anglosajón como skimming, lo cual puede traducirse como “hojear” (con cierta evocación a la idea de destilar). De acuerdo con Liu, no son pocos los estudiantes que ahora no hacen más que “hojear” los textos que leen, buscando los términos que consideran importantes para pasar pronto a otra cosa.
Esta forma de “leer”, sin embargo, va en contra de la naturaleza misma de la lectura. Patricia Greenfield, psicóloga de la Universidad de California en Los Ángeles, explicó en sus investigaciones que la lectura ocurre como un circuito que requiere de todo un ambiente para desarrollarse y culminar en la generación del conocimiento. Interrumpir alguna de las fases de ese circuito, suprimir alguno de sus componentes, saltarse alguno de los pasos conduce necesariamente a un resultado incompleto y en no pocos casos equivocado. La expectativa de inmediatez a la que estamos tan habituados no puede cumplirse en la lectura, en la cual los resultados se obtienen paulatina y gradualmente, como culminación de un proceso que en sus etapas intermedias agrega cada vez pequeños o grandes componentes que ya por sí mismos pueden considerarse ganancias parciales.
Lo paradójico sería que en una época que alguna vez fue llamada la era de la información, el sujeto contemporáneo simplemente prefiera vivir en la ignorancia, la mentira, el prejuicio o la ilusión de la verdad: nubes del pensamiento que la lectura ayuda a disipar.
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