Desde el siglo XIX, las portadas de estos bellos objetos se han transformado en verdaderas obras artísticas.
Con el incremento de la alfabetización de la población durante el siglo XIX y el desarrollo de nuevas tecnologías para producir libros en serie, los años decimonónicos fueron testigos del nacimiento de la industria editorial. Esto ayudó a que en este siglo la novela se estableciera como un género en sí mismo, con altos niveles de aceptación por parte de un público que ansiaba leer historias. Con anterioridad, los libros eran objetos hechos a mano a través de procesos artesanales y complicados, algo que los hacía caros y los reservaba sólo para aquellos que pudieran pagarlos.
Además, el hecho de que estas portadas pudieran hacerse en una imprenta propició el desarrollo de distintos métodos para hacerlas, como gofrar el papel o usar litografías multicolor. De esta manera, nació un nuevo espacio de expresión artística.
En esta bella colección de portadas es posible apreciar una miríada de estilos y diseños. Son, cada una de ellas, una ventana que inspiran el asomo al asombro de una promesa narrativa.