Diferentes profesionales participan del programa Nidos y realizan llamadas telefónicas a niños y mayores para contarles un cuento, en Colombia.
El proyecto se llama «En – cuentados y En – cantados» y comenzó a finales de mayo, para ayudar a sobrellevar esta cuarentena a las personas que no tienen conexión a internet.
“Por ejemplo, este es un aleteo” mientras al fondo suena un movimiento de las hojas de un libro. Y Carolina Ortegón también usa en sus llamadas zampoña, guitarra “y objetos que me ayuden a hacer un sonido percutivo”, cuenta. Como ella, otros 28 profesionales realizan entre 2 y 3 llamadas diarias a niños entre 0 y 6 años, así como mujeres embarazadas y madres gestantes, para narrarles un cuento.
Ortegón, licenciada en psicología y pedagogía de la Universidad Pedagógica, expresa acerca de la experiencia: “Nos hemos acostumbrado mucho a lo virtual. Hay que acercarse por medio de la voz y es necesario no solo una entonación específica sino tener a la mano elementos que ayuden captar la atención. Es otra dinámica”.
Agrega que casi siempre se logra y que ha ido aprendiendo llamada tras llamada. Cada una puede durar entre 10 y 20 minutos y se realizan de 11 am a 1 pm, 3 a 5 pm y 6 a 8 pm.
“En una de las llamadas, al finalizar, le pregunté al niño al que le había contado una historia qué era lo que más le había llamado la atención y me dijo: ‘Que no te puedo ver’. Esto me mostró que hay una gran cantidad de cosas que se potencian a partir de la voz y lo sonoro, como transportar a alguien a través de la imaginación a un paisaje determinado, a otros mundos y momentos, como en las radionovelas”, dice.
Los cuentos que se leen hacen parte de la colección Libro al Viento y Manguaré, y entre los favoritos de Ortegón figuran El gurre y el perezoso se engañaron el uno al otro, Cocorobé, cantos y arrullos del Pacífico colombiano y El tigre. Por su parte, el programa para los adultos mayores se llama «Cuéntame al oído» y tiene una dinámica similar.
La actividad arrancó hace dos meses y ya se han inscrito 1.500 personas, no solo de Bogotá, sino de Arauca, Duitama, Manizales y Medellín, España y Australia.
Leidi Johana Romero es una mamá que ha solicitado en varias ocasiones la lectura de un cuento para su hija y afirma que la experiencia “nos llevó a hacernos preguntas y realizar gestos, y nos gustó cómo se cuenta. Además, quisimos poner a prueba su concentración, porque a veces es dispersa, y estuvo muy atenta a la narración y a las preguntas”, comenta.
Mauricio Galeano, subdirector de Equipamientos Culturales de Idartes, dice que “es una propuesta que representa un contacto directo, humano y en interacción con el arte. En esta emergencia, descentraliza la oferta que había estado concentrándose en digital”.
«Hay muchas personas que no pueden salir por diferentes razones y esta oferta se convierte en pequeños rayos de sol”, señala la hija de una señora no vidente que recibe llamados y quien pidió que lleven el programa más allá de la pandemia.
Para acceder a las llamadas, hay que inscribirse en la página de Idartes, sin costo.
Foto: cortesía Carolina Ortegón