Bajo el hashtag #Flaubert2021 y por iniciativa del historiador y ensayista Diego Cano, el 4 de enero comenzó la primera lectura colectiva de esta obra del escritor francés en la red social del pajarito. Se leerá y comentará un capítulo por día.
La iniciativa surge a partir del bicentenario del nacimiento de Gustave Flaubert (1821-1880), quien escribió su novela Madame Bovary entre 1851 y 1856. “¿Por qué Flaubert? Porque es un clásico hoy poco leído y porque ha sido uno de los autores que más se obsesionó con la búsqueda de la forma en la literatura —dice Cano (@DC_1867), autor de Franz Kafka. Una literatura del absurdo y la risa—. Flaubert piensa la literatura como la mayor de las artes, llegando a dar giros tremendos en su propia obra en esa búsqueda”.
La novela cuenta la historia de Emma, una provinciana burguesa (el escritor ruso Vladimir Nabokov apunta que Flaubert con esa palabra designa “un estado del espíritu, no un estado del bolsillo”) y la esposa soñadora, sensual y adúltera de Charles Bovary. Lectora voraz de novelas románticas, Emma ha incubado muchas ilusiones respecto del matrimonio y de la vida, de la que espera aventuras apasionadas y galantes. Ilusionada, la joven contrae matrimonio con un médico de profesión. Sin embargo, la realidad será otra.
¿Realidad ficcionalizada?
El escritor francés pudo inspirarse para escribir su obra en el caso de una mujer llamada Veronique Delphine Delamare, quien tuvo numerosos amantes mientras se encontraba casada con un médico, y acabó por suicidarse en 1848. El hecho captó rápidamente la atención de la prensa por aquel entonces.
A lo largo del año 1856, Flaubert escribió y publicó la novela por facsímiles en la revista La Revue de París; luego, en 1857, fue editada como una obra completa. Desde entonces, Madame Bovary marcó un punto de inflexión en la literatura del siglo XIX.
A pesar del éxito de ventas que tuvo el libro en su época, tanto el autor como el editor fueron procesados por obscenidad (luego absueltos) e incluidos en el catálogos de libros prohibidos de la Iglesia Católica (quizá porque contiene uno de los episodios eróticos más logrados de la historia de la literatura). Esto no disminuyó la popularidad de la novela a lo largo de los tiempos, que fue adaptada al cine en muchos ocasiones.
Gran valorada por críticos y escritores, para Mario Vargas Llosa «el drama de Emma es el abismo entre ilusión y realidad, la distancia entre deseo y cumplimiento». Así, en su ensayo La orgía perpetua, sostiene:
Un paralelo en el que han insistido todos los comentaristas, de Thibaudet a Lukacs, es el de Emma Bovary y el Quijote. El manchego fue un inadaptado a la vida por culpa de su imaginación y de ciertas lecturas, y, al igual que la muchacha normanda, su tragedia consistió en querer insertar sus sueños en la realidad.
Estos personajes, fascinados por la obsesión de la lectura voraz y desordenada que insufla sus ánimos, han emprendido el camino de sus vanas ilusiones. Casi doscientos cincuenta años después del Quijote, Madame Bovary se convertirá en la heroína “inadaptada”.
Flaubert se hará cargo de representar, por un lado, el universo de la realidad normada y regulada por el orden burgués imperante; por el otro, el universo interior de Madame Bovary, no menos real que el primero. Y es que para Flaubert, el mundo interior de Emma es una realidad, porque es este el que moviliza las acciones que construyen la historia y empujan a los personajes a desenlaces insospechados.
Entre otras, las escritoras Josefina Delgado, Débora Vázquez e Ivonne Bordelois participarán de la primera tuiterlectura en homenaje al escritor que buscaba le mot juste.
¿Aún no leíste la novela? Esta es tu oportunidad.